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Cazar historias

Por Esther Vargas

Publicado el 08 de marzo del 2008

Encontrar lo que otros no encuentran en su misma calle, en su distrito, en su ciudad, en su país. Para cazar historias hay que estar con los ojos bien abiertos.
La periodista y escritora Mayra Montero plantea indagar por las historias mínimas: “Es decir, por aquellos temas centrados en personajes anónimos; lo que ofrece la posibilidad de alejarse de temas comunes como el de la violencia, tan atractivo para las industrias editoriales. Permite huir de las notas periodísticas que se escriben con la intención de especular sobre los hechos. La búsqueda por las historias mínimas se convierte, entonces, en un reto periodístico y en una responsabilidad social orientada a construir otros imaginarios sociales desde la cultura mediática, responsable de la construcción de dichos imaginarios. Rescatar las historias mínimas, volver sobre lo cotidiano, implica un desafío que supone invención. Y es que sin duda, en los hechos cotidianos existen escenarios y personajes sobre los que se pueden contar historias desde diferentes ángulos. Los temas que se vuelven invisibles, porque no encajan con las lógicas de los monopolios de la información, necesitan ser contados, narrados. Temas con los que también se pueden representar los otros rostros de América Latina. El reto está, entonces, en lograr que con el oficio periodístico se haga visible lo invisible. Dedicarse a los temas espectaculares o narrar todos los hechos como si se tratara de eventos extraordinarios, fortalece una cultura en la que el periodista evidencia la falta de creatividad”.
Uno es periodista a tiempo completo. No valen los redactores que van a un concierto y no reparan en la inseguridad del local; que salen de sus casas y no se dan cuenta si la mano criminal de un alcalde podó todos los árboles del parque de enfrente; que saludan todos los días a un sordomudo que controla las combis en una concurrida avenida y no se preguntan cómo hace para escuchar las indicaciones de los choferes y del público, o cómo se le ocurrió ese trabajo de sobrevivencia; o que se han enterado de que la amiga de una amiga se sometió a un tratamiento para bajar de peso y murió, y no indagan en por qué ocurrió eso.
La periodista Alma Guillermoprieto indica que el 50% de las noticias falla porque el tema está mal escogido o mal presentado o mal enfocado. Una mala elección del personaje o del ángulo puede costarnos la nota e incluso el puesto de trabajo.
Juan Pablo Meneses, uno de los cronistas jóvenes más talentosos de estos tiempos, en su libro Equipaje de Mano publica una selección de crónicas que corroboran todo lo dicho hasta el momento. Cito el caso de Detrás de la Fórmula, quizás el más nítido ejemplo de cómo se escoge un buen ángulo. Los detalles de cómo escogió el ángulo los cuenta en Un día con Juan Pablo Meneses, publicación de la Asociación de la Prensa de Aragón: “Hace unos meses me tocó ir a una carrera de Fórmula Uno, en Sao Paulo. Lo más seguro, como terminó sucediendo, era que aquel fin de semana se coronaría campeón el español Fernando Alonso. Más allá de la noticia de su victoria, me habían encomendado mostrar el interior de la Fórmula Uno. Mi botín, entonces, era rescatar la esencia de uno de los espectáculos deportivos más importantes del planeta. Cuando iba en el avión repasaba los elementos que tenía para dar el gran golpe. Si contaba la carrera de principio a fin, estaba compitiendo con un centenar de reporteros que desde hace 20 años van a todas las carreras y repiten siempre la misma historia. Reporteros que ya pueden escribir sus artículos casi durmiendo, como dice Kapuscinski. Entonces, decidí centrar mi historia en seguir al peor piloto de la carrera. De esa manera, pensaba, podía llegar a lo más valioso del circuito. Porque, ¿cuál es la esencia de la Fórmula Uno? Es el triunfo, la competitividad al máximo, la glorificación de la rivalidad. El rendimiento medido en milésimas de segundo. Los auspiciadores pagando fortunas por poner el logo de su empresa en pilotos y autos triunfadores, que están siendo vistos en directo por más de mil millones de personas. Para escribir de triunfos, se puede partir por la derrota”. (Pág 18).
¿Y cómo lo vamos a presentar? Esa es la pregunta de los estudiantes de periodismo y de los redactores con los que a veces debo negociar estos asuntos. Hay tres géneros periodísticos: el informativo, el interpretativo y el de opinión. Lo que no podemos hacer es fusionar el informativo y el de opinión, y decir que estamos haciendo una NOTICIA cuando se trata de un artículo de opinión, donde evidentemente hay juicios. Sin embargo, sí se admiten fusiones dentro del mismo género. Puedes tener una crónica como reportaje. ¿Qué es Noticia de un secuestro de García Márquez? A mi me parece un reportaje contado como crónica. A Gabo le preguntaron y dijo que era una crónica bien reporteada. En otra entrevista respondió que había vuelto a ser reportero para elaborar ese gran reportaje.

Las fronteras son casi invisibles, aunque hay excepciones. Yo prefiero usar la palabra HISTORIAS. Entiéndase que en el periodismo las HISTORIAS no son cuentos sino RELATOS con el rigor del periodismo. CERO FICCIÓN.

La sencilla y muy clara definición de noticia, crónica y reportaje de Álex Grijelmo vale la pena:

NOTICIA: La voz del periodista está al margen del texto. La noticia es un hecho que se cuenta de manera distante y fría. Es información que acaba de ocurrir.
CRÓNICA: El periodista se involucra, de manera que la información tiene un carácter más humano. Requiere de un estilo diferente a la noticia, no se trata solo de un hecho de última hora; necesita mayor extensión en caracteres. Requiere de un estilo diferente a la noticia, con más datos enmarcados en el tiempo, con antecedentes y con posibles consecuencias. Permite elementos narrativos, descriptivos y otras licencias literarias.
REPORTAJE: Se diferencia de la crónica en que el hecho no acaba de ocurrir, no es necesariamente algo del día anterior. Demanda mayor número de fuentes y elementos descriptivos más personales. Un reportaje se puede elaborar cuando se trata de algo que sucedió hace semanas o meses, y que ahora tiene elementos nuevos, que causan impacto.

Escribir bonito es fácil. Dice Alma Guillermoprieto que lo difícil es reportear y, en suma, es lo que vale. En lo particular exijo historias bien contadas y bien reporteadas. Es tan dramático toparse con un buen reportero que escribe feo, sin estilo, sin gracia; como con un redactor que escribe bonito, pero no tiene datos para sostener sus frases de novelista.
¿Qué es reportear? Guillermoprieto lo explica así: “No es excavar en papeles, reportear es irse a la vida. No es que no se necesite investigar documentos, pero empezar a trabajar es ir a donde está la vida, al lugar donde están pasando las cosas”.
La periodista que ha recopilado sus magníficas historias en Al pie de un volcán te escribo. Crónicas latinoamericanas, y en Los años en que no fuimos felices. Crónicas de la transición mexicana 1994-1997 sostiene que se debe establecer el equilibrio entre la información que aburre pero es necesaria y lo excitante, lo menos conocido. “Todo párrafo debe llevar información”, sentencia.
Al respecto, Kapuscinski afirma que para contar una buena historia el reportero debe estar entre la gente sobre la cual va, quiere o piensa escribir. “La mayoría de la gente en el mundo vive en muy duras y terribles condiciones y si no las compartimos no tenemos derecho, según mi moral y mi filosofía, a escribir”, anota.
Hay que dejar la poesía para los diarios personales, para los bocetos de novelas, para los blogs íntimos. Vamos a imprimir en cada párrafo información. “Nuestras historias, antes que bien contadas, deben ser ciertas. Debemos asumirlas con responsabilidad y jamás perder de vista que nuestro deber de periodistas para con la comunidad es el de informar en una forma clara y veraz, sin importar su estilo”, advierte Anuar Saad Saad, director del Centro de Publicaciones de la Universidad Autónoma del Caribe, en un artículo para el portal Sala de Prensa.
En ese sentido, la entrevista al personaje, la descripción, el dato numérico, la ubicación del protagonista y del momento en un contexto macro ayuda a trazar la forma de la historia.
Quiero la historia de una víctima de las ‘peperas’, estas mujeres que drogan a ciertos caballeros que en el afán de seducir con éxito son asaltados en bares y discotecas. Quiero que el sujeto en cuestión diga qué le pasó y cómo le pasó, pero quiero publicar también cuál es el perfil de la ‘pepera’, según la Policía; quiero que se me informe sobre cuántas mujeres han sido capturadas en lo que va del año; cuántas víctimas fatales hay hasta el momento.
A partir de esta buena elección vamos a la entrada: un lead que atrape, que seduzca y que no cree falsas expectativas al lector. Es común encontrar muy buenas entradas y débiles cuerpos de la noticia. El cuerpo debe ser ágil. Y el final tan impactante como el lead. No siempre se logra este matrimonio, pero ese es el reto.
“En general, el camino hacia un texto es misterioso. La estructura llega, ocurre: uno anda pensando cómo hacerla y, de repente, vislumbra una idea. Cada caso es particular. Yo nunca sé cómo voy a escribir un libro; más bien busco la primera palabra, y cuando la tengo escribo la primera oración, y cuando la tengo escribo la segunda, y entonces la tercera, y así. No defino previamente una estructura a seguir para construir el texto de determinada manera”.
(Los Cinco Sentidos del periodista, Ryszard Kapuściński).

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Publicado por:

Periodista. Directora de Clases de Periodismo y La Ruta del Café Peruano. Consultora en Social Media. Editora web del diario Perú21 del grupo El Comercio de Perú. Especialista en periodismo digital, comunicación digital y social media.

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