En esta web apreciamos y respetamos a los bloggers porque de ellos aprendemos todo el tiempo. Pero, ¿qué nos diferencia de este grupo de entusiastas y creativos generadores de contenido?

Los periodistas, en primer lugar, tenemos una obligación -parte de nuestra formación- que no podemos pasar por alto en todos los espacios donde nos movemos: Twitter, Facebook, nuestros blogs y, por supuesto, en los medios donde laboramos. Tenemos el compromiso y el deber ético de contrastar fuentes y de no conformarnos con una voz. Ese es nuestro trabajo, la razón de nuestro oficio.

Un blogger, por ejemplo, puede soltar una denuncia y opinar sobre la misma de manera enérgica. Un periodista debería denunciar (claro que SÍ), pero tras haber confrontado a todas las partes involucradas en el suceso. Y luego, opinar (si lo desea), protestar (si lo desea) y encabezar una movilización (si lo desea).

Lamentablemente, periodistas y medios están olvidándose de sus responsabilidades. A menudo las webs de noticias publican información sin haber contrastado con la otra parte.

Ayer, por ejemplo, una institución en el Perú denunció a una clínica por mala práctica médica.  Algunos sitios difundieron tal cual la nota de prensa de la institución. Yo me pregunto: ¿Eso es lo correcto? Que le costaba a los periodistas digitales llamar a la clínica y pedir un descargo.

La excusa es que no hay tiempo, y además, como sabemos, en todas partes, nunca hay personal suficiente. Pero en un trabajo ‘integrado’ con los periodistas del papel se podría haber tenido la otra versión sin mucho esfuerzo. Otro ejemplo de Perú: ayer se denunció que la empresa Telefónica tenía una deuda con la Sunat.  Con lo poco querida que es esta empresa en mi país era inevitable que la información ‘reventara’ en todas partes. Y así fue. Críticas, protestas, burlas e indignación. Muy razonable de parte de los usuarios.

Pero los medios y los periodistas quizás tardaron en hacer lo que es su trabajo: llamar a la compañía y preguntar. Incluso, varios colegas se sumaron al ‘ruido’ -en el que no faltaron los insultos- sin hacer lo básico: contrastar a la otra parte involucrada.

Yo creo que los periodistas podemos opinar (y está muy bien que lo hagamos), pero a diferencia del grito y la pataleta estamos obligados a expresar-denunciar con rigor y a indignarnos sobre bases más sólidas que la pura y natural indignación.

Ahora, es cierto también que muchos bloggers están tan comprometidos con su reputación y con su aporte a la sociedad que no se conforman con la simple denuncia y van más allá: investigan y contrastan.

LA OTRA CARA DE LA MONEDA

Hace un tiempo leí este artículo en Soitu.es sobre lo que diferencia a bloggers y periodistas.

Aquí algunas ideas que ilustran la situación, pero desde otro ángulo.

-El autor de un blog tiene un conocimiento mucho más profundo de la materia que trata que un periodista.

-El autor de un blog, exceptuando los bloggers profesionales, no escribe para vivir, sino que lo hace gustoso, sin presiones ni obligaciones.

-El autor de un blog selecciona el contenido y lo elabora de forma cuidadosa, prescindiendo la mayoría de las veces de notas de prensa; creando, en definitiva, un contenido propio y de calidad que cada vez más se echa en falta en los medios tradicionales.

-El autor de un blog es honesto consigo mismo y sus lectores y solidario con el resto de la blogosfera. Con esto quiero decir que si el blogger A ha llegado a una información llamémosla C a través del blogger B no oculta este paso intermedio, sino que lo enlaza. ¿Hace eso un medio tradicional? En realidad, si el medio A ha llegado a una información C a través del medio B lo último que haría sería decirlo; ¡es mucho mejor alardear de que se ha sido el primero en ofrecer dicha información!

Los periodistas también tenemos que aprender de los bloggers. No me queda duda.

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