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Javier Darío Restrepo critica al periodismo que para aumentar su circulación feria intimidades

Por @cdperiodismo

Publicado el 28 de junio del 2013

periodista

En el interesante consultorio ético Javier Darío Restrepo que mantiene con éxito la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, una colega plantea la siguiente pregunta:

Un joven periodista, carismático y talentoso, que había tenido la valentía de confesar en la TV su condición de gay, intentó suicidarse y agonizó varios días en una clínica. Mientras tanto sus colegas investigaron su vida personal y un periodista publicó cartas íntimas cruzadas entre él y su pareja homosexual. Mientras se debatía entre la vida y la muerte, sus colegas descuartizaron su intimidad. ¿Es eso periodismo?

El maestro Javier Darío Restrepo así:

La del periodismo es una profesión respetuosa de las personas, por eso es fácil distinguir al profesional de calidad: actúa con respeto. Si va a grabar la voz de alguien, pide autorización para hacerlo; si va a publicar una acusación contra alguien, comprueba los datos, busca al acusado y le ofrece la oportunidad de expresar su punto de vista; si pide una cita para entrevista, explica a la persona los motivos de su interés periodístico. Son actitudes de respeto.

Ese respeto cubre, sobre todo, la intimidad de las personas. Esta es un bien frágil  que desaparece cuando otros la miran.

Publicar un documento personal es tan abusivo como entrar, sin autorización a una casa ajena. La casa y  la carta personal son espacios a los que toda persona tiene derecho y en donde cada uno es él mismo. Preservarlas de miradas y presencias  de extraños es un derecho que las constituciones de los países consagran y que la conciencia ética muestra como inviolables.

El periodismo que para aumentar su circulación o su audiencia feria intimidades, hace un negocio con algo ajeno que, además, es tan sagrado como la conciencia. La indignación con que se denuncia esta conducta tiene una completa justificación porque se ha puesto en peligro lo más propio de cada persona. Nada justifica esta clase de invasión a lo más personal de alguien. El periodismo desciende a su más bajo nivel –colindante con lo delictivo- cuando para circular o tener éxito, feria intimidades.

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