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Colombia: 8 ideas para pensar en el periodismo y el posconflicto

Por @cdperiodismo

Publicado el 25 de mayo del 2015

Por Óscar Durán  (*)

Primero, que los medios de comunicación son parte de la guerra: no hay conflicto, no hay guerra, donde los medios de comunicación no jueguen un papel fundamental como parte de la misma. La gente en general deben tener clarísimo que uno no gana la guerra solamente acabando con el enemigo, sino ganando el corazón de la gente, y eso es una cosa que las fuerzas militares tiene muy clara; y los medios de comunicación son fundamentales para ganar la emocionalidad y el afecto de la gente.

En Colombia, el diario El Espectador dio un gran ejemplo cuando no quiso poner en primera página una foto de un ataque guerrillero que hubo en el Cauca, y puso un letrero gigantesco en la primera página que decía “no más terrorismo”, refiriéndose a que no van a participar de la esquizofrenia de construir las imágenes violentas. En un conflicto, si un guerrero no pasa por los medios automáticamente piensa que su acción bélica no tuvo sentido.

Segundo, las guerras para nosotros los periodistas son muy importantes: sin guerra no tendríamos tantos estudiantes en la carrera de periodismo. En las películas, siempre que se representa un periodista en la guerra es lo máximo, es buena gente, entra a buscar la verdad, se opone a los malos, hace parte de la salvación del mundo; hemos creado la figura del periodista como una figura cinematográficamente maravillosa, de hecho, yo mismo en la clases de periodismo muestro imágenes de superhéroes que tienen su alter ego detrás de una máscara o algún poder sobrenatural. Y esto es porque somos independientes y vivimos el mundo totalmente exclusivo, no tenemos mujer, no tenemos casa, andamos perdidos, buscamos y pensamos en la paz y en la verdad de los Derechos Humanos, ¿pero y lo otro?

Esto ha construido el mito de que sin guerra los periodistas serían corruptos que cubren el poder; la guerra ha creado el mito del periodismo. El mito del poder.

Y es que todo periodista sueña con tumbar a un presidente, porque lo que demostró el caso Watergate es que detrás de un periodista hay un gran poder, y todo gran poder, lo sabemos por Spiderman, conlleva una gran responsabilidad, que con el tiempo demostramos que no supimos administrar. La guerra ha ayudado a construir el mito del buen periodista.

Tercero, una investigación que hizo la universidad Javeriana de Bogotá en el 2012, encontró cómo el diario El Tiempo cubría el conflicto, llegó a muchas conclusiones. Los medios de comunicación cubren la guerra pero no la cuentan, lo que significa que los medios de comunicación sí registran el conflicto pero nunca lo cuentan ni lo explican. A mí me llama la atención de algunos directores de medios que sienten una idolatría, casi sublime, por estar en el lugar de los hechos, por cubrir un evento, y miden su capacidad de penetración en la audiencia o en la recepción por el número de eventos que cubren, pero qué tanto lo cuentan o lo narran. Los medios de comunicación deberían contar el conflicto y no cubrirlo. Y no existe una forma distinta de contar algo que narrándolo y describiéndolo. Y eso sólo se puede lograr cuando se encuentran las historias y sus personajes. En esta misma investigación se encontraron cinco pecados del periodismo, que reconozco que el profesor Raúl Acosta de la Tadeo de Bogotá en su clase de Manejo de Fuentes repite como una lora, pero que espero que algún día estas generaciones empiecen a erradicar: 1) se cuenta solamente en forma de noticia, no hay crónica, reportaje, ni perfil, no hay ningún otro género periodístico; 2) se informa todo basado en una fuente, casi siempre la fuente oficial, y el periodismo debe tener múltiples fuentes; 3) se informa sin contexto, uno no sabe por qué pasan las cosas; 4) no ofrece marcos de comprensión y 5) está mal contado en marco del lenguaje.

Por eso cuando se dice que no se cuenta, sino simplemente se cubre, es que no se está haciendo el periodismo diversificado como debería ser.

Cuarto, en el tema del conflicto vemos el tema del clasismo en los medios de comunicación. Casi siempre que se hacen análisis de medios, se hacen de la prensa, de las revistas, de lo escrito, lo demás no importa; es como si la verdad pasara siempre por lo escritural, como si esto fuese lo fundamental y no lo otro. Porque la prensa escrita está dirigida a la élite, a quienes toman decisiones, a quienes gobiernan y a la comunidad intelectual, pero no está dirigida a la comunidad común y corriente. Recuerden ustedes el famoso fenómeno de la ola verde, que disputó la presidencia de la República en Colombia entre Antanas Mockus y Juan Manuel Santos, que no fue más que eso, un fenómeno que nunca se convirtió en realidad.

Por otro lado está la radio, a la cual nadie le pone cuidado. Y la radio en el conflicto de verdad ha sido mucho más importante, porque está pegada a lo popular y a las oralidades con las que trabajamos los periodistas. En la radio encontramos las mejores historias sobre el conflicto colombiano, porque está mucho más difundida por todo el país. Hoy en día ¿cuál es la estrategia de comunicación más brillante que tienen las fuerzas militares de Colombia en la lucha contra la guerrilla? Es la red más grande de emisoras de Colombia. La radio hace parte de la cotidianidad del conflicto colombiano. Ahora que estuvimos adelantando un proyecto periodístico con la antigua Radio Sutatenza, en Boyacá – Colombia, se logra evidenciar el poder que hay detrás del sonido, como mecanismo de comprensión e información. Por eso ese proyecto murió hace 30 años, cuando el gobierno de turno vio en esa experiencia una posibilidad de encontrar una audiencia mejor formada y con mejores herramientas para tomar decisiones, y por eso no la apoyaron más.

¿Y qué pasa con la televisión? está dedicada al entretenimiento, no hay día que yo no encuentre en mi TL de twitter, algún comentario sobre el programa de televisión La Voz Kids,  y allí es donde realmente el problema está mucho más complicado. ¿Cómo cuenta el conflicto la televisión? No sabemos, pocos investigan; uno lo único que ve es un poco de tomas de cámaras de seguridad y celulares, y sale el periodista diciendo “otro ataque de las Farc, ponemos esta noticia en contexto” y uno no tiene ni idea porque en Colombia el contexto sólo lo tienen los mismos cinco “especialistas”, de verdad, parece más de entretenimiento. Ayer mismo la periodista Marta Ruiz de la revista Semana, reconocía allí un problema, pues la mezcla de ficción y realidad está trayendo una verdad deformada, contada a medias y sin rigor, y aún más, contada desde lo victimario y no desde la víctima. Y si a eso le sumamos que el conflicto se cuenta distinto dependiendo al medio en el que entremos, porque tienen lógicas distintas. ¿Pues?

Quinto, todo este tema de medios de comunicación y conflicto ha sido un gran fracaso público para los medios, para las universidades, para las ONG, para todos. En Colombia del conflicto se ha hablado muchísimo, mal o bien, pero no hemos podido ganar el corazón de todos nosotros para solucionar ese problema; pensamos que ese es un problema de otra gente, de la guerrilla, del Ejército. Los colombianos ven el conflicto como si fuese un partido de fútbol y no hacemos nada.

Sexto, ¿qué es paz? Paz es no guerrilla, no conflicto, entonces paz se ha convertido en un discurso totalmente vacío, del cual no sabemos absolutamente nada de lo que está pasando; hemos convertido el concepto de paz en un ideal extraño que pasa en otras partes. ¿Qué hacemos con la producción sobre paz?

¿Qué pasaría si un día solo publicáramos historias de paz en los medios? ¿Automáticamente ganaríamos la paz? La respuesta es no, porque además la paz no es un buen cuento, es medio aburrida. ¿Qué cuenta uno de la paz? Es una cosa complicada. En periodismo se cuenta sobre el conflicto, y como decidimos que la paz es el no conflicto, pues nos jodimos.

Séptimo. Periodismo, academia y ONG cometen el mismo error: les gusta el dolor de la gente. Nos la pasamos criticando cuando el periodista va y le dice al familiar del que acaban de matar “¿qué sintió cuando mataron a su tío?”, todos nos burlamos de esto, pero ¿cuál es la pregunta que hace la gente buena de la academia cuando van a donde las víctimas del conflicto?: “cuénteme ¿cómo le pasó el conflicto?” Es lo mismo. De pronto estamos en un periodismo amarillo en todas partes. Entonces lo que hay que buscar es que no nos recarguemos tanto con el dolor, porque entonces todos lloramos y nos sentimos súper comprometidos, pero luego salimos a tomar café con gafas oscuras; entonces necesitamos un periodismo y una sociedad que piense distinto, y por eso tenemos que comenzar a pensar que las historias del conflicto tienen que venir de las historias de la dignidad de la gente, no de las historias del dolor, en donde la gente se sienta digna y competente para construir un país.

Y octavo: despolitización. En este tema del conflicto la guerrilla nos ha hecho mucho daño, y esta es una idea que se la escuché al periodista y teórico Ómar Rincón. La guerrilla nos hizo mucho daño, no solo porque haya matado o secuestrado, sino porque la guerrilla logró una cosa muy complicada: no podemos ser activistas sociales, no podemos disentir, no podemos tener memoria porque todo eso es nombrado guerrillero. Se hizo moda el calificativo de “medios serviles del terrorismo”, como el que utilizó el actual senador Álvaro Uribe contra el canal de televisión Canal Capital. Entonces ya se acabó el disenso social, porque no está permitido protestar en este país, no está permitido hacer absolutamente nada porque el disenso lo mató la guerrilla. La sociedad colombiana es muy conflictiva y muy violenta porque tenemos muy poquito espacio para disentir. 

 (*)  Periodista y docente del programa de  Comunicación Social – Periodismo de la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá.

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