Claves

Cómo contar la vida de un personaje en periodismo narrativo

Por @cdperiodismo

Publicado el 13 de julio del 2017

Por: Óscar Durán y Alberto Martínez

La siguiente reflexión intenta dar pistas sobre la forma de estudiar la vida de personajes históricos (excepcionales), desde el método utilizado por el codirector del proyecto Cero de la Universidad de Harward, Howard Gardner, autor de la teoría de las Inteligencias Múltiples. Dichas pistas podrían ser aterrizadas en las investigaciones periodísticas de historias de vida o crónicas de personajes.

Para empezar

La obra creadora de un individuo surge de su particular relación con el mundo objetivo de su trabajo (Gradner, 1995, pág. 27). Y en esa relación, va construyendo lazos de aprendizaje y legado que podrían convertirlo en un ser trascendente para la sociedad. Cuando lo logra, como lo han hecho numerosos maestros en la ciencia, las artes, las letras y el deporte, se convierte en sujeto de estudio y las publicaciones sobre su obra bien podrían dejar lecciones para la humanidad.

En esos casos, las investigaciones basadas en historias de vida o crónicas de personajes (perfiles), tendrían mejores resultados si se centra la historia de ellos en particularidades de los personajes y los modos en que interactúan, teniendo en cuentan que la historia es contingente: ningún espíritu ha determinado de antemano lo que acontecerá. (Gardner, 1995, pág. 32). Gardner, de hecho, aborda a los suyos a través de la biografía, que entiende como un examen detenido de los períodos de vida del sujeto en el que los entendidos y las instituciones correspondientes conceptualizan y juzgan.

Sin embargo “pretendo ir más allá de una simple concatenación de biografías particulares, mediante la búsqueda de características comunes y la iluminación de diferencias a través de una pequeña serie de casos instructivos. Por lo que respecta a los elementos básicos… los estudios de Einstein y Picasso se centran en la relación entre el niño y el maestro; los estudios de Freíd, Stravinsky y Gandhi, en la relación entre el creador y otros individuo; y los estudios de Eliot y Graham, en la posición marginal de los creadores con respecto a los campos y ámbitos en los que trabajan” (Gardner, 1995, pág. 30).

El mismo Freud, en sus estudios sobre el desarrollo infantil, se declaró impresionado por los paralelos entre el niño que juega, el adulto soñador y el artista creativo:

¿No podríamos decir que cada niño que juega se comporta como un escritor creativo, en cuanto que crea un mundo propio o, mejor, reorganiza las cosas de este mundo en un modo nuevo que le agrada? El escritor creativo hace lo mismo que el niño que juega. Crea un mundo de fantasía – es decir, que reviste de gran cantidad de emoción- al tiempo que lo separa nítidamente de la realidad (Freud, 1959, págs. 143-144, citado por Gardner, 1995, pág. 43).

Pero ¿por qué estudiar unas vidas en particular? La historia de vida y la biografía revelan una importancia capital para el investigador o periodista, como quiera que recogen experiencias sintomáticas de saberes sociales. “Las historias de vida, por el mismo contexto en el que surgen, no son estrictamente individuales. Son la articulación personal de (y frente a) aquella forma de racionalización o de explicación del cambio social que tenía las características de ser universal y unidireccional. Y cuyo sujeto postulado era un sujeto universal. Aquel sujeto en posición autónoma, racionalizadora y universal que inventó Kant, o que inventó la Ilustración”. (Delgado y Gutiérrez, 1999, pág. 261).

Walter Benjamín (1991) le llamó “uno de los indagadores sociales más perspicaces del discursos social y su crisis”. Y Cristina Santamarina y José Miguel Marinas (en Delgado y Gutiérrez, 1999) lo denominaron el síntoma biográfico,  en tanto muestran lo peculiar, ejemplar y social que tienen los sujetos de estudio.

“La aplicación de la historia de vida como perspectiva en la que convergen distintas disciplinas y tradiciones de investigación, requiere, por consiguiente, la atención al contexto concreto: como son las formas de intercambio y circulación de la memoria y de las experiencias en el interior de la cultura mediática, del espectáculo o de la dominación. Cultura esta que reinventa la figura supuestamente universal de los receptores, de los segmentos de los públicos. Por eso cada trabajo concreto de historia oral implica considerar la forma concreta de la tensión entre las historias particulares y la historia entendida de forma universal. La representación de la colectividad se hace de las leyes generales de cambio y la percepción y elaboración particular de los cambios sociales y culturales”. (Santamarina y Marinas, en Delgado y Gutiérrez, 1999, pág. 259).

Gardner, inclusive, cree que existe un paradigma en las ciencias naturales y del comportamiento que empezaría a superarse con este abordaje. Ellas, las ciencias, “se han interesado más en los patrones que puedan detectarse en la mayoría de nosotros que en las regularidades que pueden distinguir a algún individuo de otro”. (Gardner,  2000, pág. 14). El mismo sistema educativo –agrega- dedica incomparablemente más recursos a los que tienen problemas de aprendizaje que a aquellas personas que están dotadas de talentos especiales.

Cuando mucho, los científicos se detienen en las hazañas de unas cuantas personas y se ciegan a los logros de quienes no son tan conocidos. Y con toda probabilidad, por cada William Butler Yeats o Mari Curie que se hacen un hueco en las enciclopedias, existen personas de potencial equivalente –y tal vez incluso de logros significativos- que, por una razón u otra, permanecen anónimos. Son personas que aprenden fácilmente varias lenguas, reconocen centenares de personas con sólo mirarlas a la cara, recuerdan con precisión acontecimientos del pasado, memorizan una serie innumerable de dígitos.  El asunto es que en todas las épocas (apenas) un minúsculo porcentaje de individuo sobresale en virtud de sus logros creativos. (Gardner, 2000, págs. 15-16)           

Para encontrar a esas personas extraordinarias, es preciso apartarse de la “Escila de miembros aparte” o la convicción de que las personas extraordinarias son especies aparte. Tampoco se puede aceptar sin reservas el “Caribdis de la indistinguibilidad” o la creencia de que las personas extraordinarias no son distinguibles del resto en algún aspecto concreto. De otra forma, las personas extraordinarias “están hechas de las mismas piezas que los demás; pero, una vez formadas, ya no permanecen anónimas en medio del proverbial “hombre –o mujer- de la calle”. Pues, a la luz del pensamiento de Gardner, ninguna línea divisoria absoluta separa lo ordinario de lo extraordinario (Gardner, 2000, pág 15).

Hechas estas precisiones, surge la pregunta: ¿cómo escoger a los sujetos de estudio, a los personajes de mi crónica, al protagonista de mi perfil? A la luz de la perspectiva de la propuesta de Gardner (1995) se requiere de la confluencia de tres elementos para la escogencia: uno, que la obra justifique la investigación, esto es, que perfile trascendencia en el contexto en que se desenvuelve el personaje; dos, que exista información suficiente  acerca de estos individuos para que puedan examinarse sus procesos creativos y sus resultados intermedios; y tres, que haya pasado un tiempo suficiente, para que se asienten los juicios acerca de la calidad e importancia del avance de cada uno (Gardner, 1995, pág. 31). Un cuarto requisito, que en el caso de Gardner no fue primordial porque, salvo un caso, todos los sujetos de análisis habían fallecido, es que el personaje se deje estudiar, es decir, que esté dispuesto para el investigador e, inclusive, coadyuve su búsqueda.

Desde la antigüedad se han hecho muchos esfuerzos por señalar y detallar las inteligencias esenciales, que van desde el trivio y cuadrivio medievales hasta la lista de cinco nodos de comunicación  del psicólogo Larry Gross o la lista de siete formas de conocimiento del filósofo Paul Hirst, pasando, obviamente, por los test de coeficiente intelectual de la era moderna.

Como el conocimiento no fue el único centro de atención para los occidentales, las virtudes del sentimiento aparecieron también en esa búsqueda. El asunto es que para la época clásica ya se habían establecido las diferencias entre razón, voluntad y sentimiento, lo que llevó a debatir, por varios siglos, el origen del intelecto, siempre en dos direcciones: o que las diferentes partes del sistema nervioso intervienen en las capacidades intelectuales, o que las principales funciones intelectuales le son propias a todo el cerebro. En ese marco, Estados Unidos y Europa llegaron a popularizar teorías que relacionaban el tamaño de la cabeza de un individuo con sus características mentales, hoy completamente desfasadas.

Las mentes extraordinarias y cómo ellas se convierten en textos de historias de vida

Gardner también se ocupó del liderazgo. De hecho, buena parte de su preocupación reciente indaga en los misterios de la mente de los líderes más influyentes, tras lamentarse de la escasa preocupación del mundo científico en relación con la creatividad (uno de sus libros más recientes se titula, justamente: Mentes líderes: una anatomía del liderazgo).

En Mentes Creativas (1995) y posteriormente en Mentes Extraordinarias (2000), el psicólogo norteamericano  construye un puente que liga los dominios separados de las líneas ideográfica y nomotética del trabajo sobre la creatividad y establece diferenciaciones claras entre ésta y la inteligencia.

En el primero de sus textos examina las vidas creativas de siete individuos que vivieron alrededor de 1900, deliberadamente sacadas de dominios dispares de realización: el neurólogo y sicólogo Sigmund Freud, el físico Albert Einstein, el pintor Pablo Picasso, el músico Igor Stravinsky, el poeta T. S. Eliot, la bailarina Martha Graham y el líder político y espiritual Mahatma Gandhi. En el segundo revisa la vida y la obra de Mozart, Freud, Virginia Wolf y Gandhi.

La metodología le permitió transitar de la particularización a la generalización, que en esencia sugiere las lecciones. Las investigaciones buscaron modelos que permitieran revelar semejanzas y diferencias orientadoras, al final de lo cual Gardner aventuró una conclusión sobre la naturaleza creativa: pese a la existencia de un conjunto de rasgos comunes, no hay un único tipo de creatividad. “Cada creador merece vidas y vidas de estudio”.

Gardner utiliza una aproximación conceptual que denomina ‘perspectiva interactiva’, en el marco de su propuesta sobre inteligencias múltiples. Estos ejes reconocen tres niveles (elementos o nodos) de análisis, que no pueden ser desatendidos en una consideración de la creatividad: La persona con su propio perfil de capacidades y valores, el ámbito o disciplina en que trabaja con sus sistemas simbólicos característicos, y el campo circundante, con sus expertos, mentores, rivales y discípulos, que emiten juicios sobre la validez y calidad tanto del propio individuo como de sus productos (Gardner, 1995, pág 52). Conforme a esta perspectiva, la creatividad se entiende como un proceso que resulta de una interacción, frecuentemente asincrónica.  El asunto es que “no estaremos en condiciones de decidir sobre su grado de creatividad si no hemos examinado el modo como se apropia de su ámbito, transformándolo o incluso creando uno nuevo”; y si no conocemos las relaciones con su campo, sus tensiones y conflictos.

En consecuencia, toda interpretación está obligada a moverse al menos entre los vértices de este triángulo, abocando numerosos focos de interés para la investigación periodística y rechazando los intentos reduccionistas que habitualmente terminan sicologizando la creatividad extraordinaria. Pero ¿cómo se imbrica el enfoque en la teoría matriz de Gardner? El primer paso consiste en reemplazar la pregunta convencional “¿Quién es extraordinario”? por otra cuya respuesta definitivamente cambia la dirección de la búsqueda: “¿Dónde está lo extraordinario?” (Gardner, 2000, pág. 18). La primera todavía permite una respuesta más abstracta, sin contexto, en tanto que la segunda impone la obligación de una mirada más amplia. En el curso de este movimiento surge la siguiente propuesta: “Individuo creativo es la persona que resuelve problemas con regularidad, elabora productos o define cuestiones nuevas en un campo de un modo que al principio es considerado original, pero que al final llega a ser aceptado en un contexto cultural concreto”. Todo individuo creativo es inteligente pero no todo inteligente es creativo.

Para procurar esas diferencias y allegar conclusiones aleccionadoras, propone un método aparentemente sencillo: leer todo lo que sea posible sobre sus vidas, estudiar sus obras y entrevistar a las personas que le conocieron. Y hecho todo eso, reflexionar sobre la creatividad, la inteligencia, el liderazgo y otras características que podrían constituir las mentes extraordinarias. En síntesis se trata de explicar la vida de las personas que son verdaderamente excepcionales

El autor sugiere así el seguimiento cuidadoso a las personas extraordinarias, como lo hicieron Howard Gruber, ya mencionado, al centrarse en individuos extraordinarios aislados, y Dean Keith Simonton, que intentó encontrar leyes generales sobre la excepcionalidad. En Mentes extraordinarias (2000) Gardner reconoce, además, la influencia que ejerce sobre su obra la visión sistémica de Mihaly Csikszentmihalyi, quien es precisamente el que propone examinar la interacción de los tres elementos citados.

Una ciencia de la excepcionalidad se basa en dos cimientos: Uno es el estudio cuidadoso de las personas extraordinarias, al principio estudiando caso por caso. No podemos comenzar a entender la excepcionalidad a menos que sepamos mucho sobre la vida y la mente de aquellas personas que todo el mundo reconoce que son especiales… Por último el “científico de la excepcionalidad” tiene como objetivo identificar en qué modo todos los individuos extraordinarios son similares (digamos, por ejemplo, en la cantidad de energía que emplean en su obra); la forma en que determinadas personas extraordinarias se parecen entre sí…” (Gardner, 2000, pág. 17).

Para entender mejor los fenómenos creativos del objeto de estudio, en una investigación cualquiera basada en una historia de vida, los investigadores deberían recurrir a la triada conceptual propuesta por Csikszentmihalyi en la obra de Gardner: El personaje, con sus talentos y metas; el oficio que desempeña, como disciplina escogida, y el campo, constituido por la serie de personas e instituciones que emiten juicios sobre la calidad de su obra.

Sólo cuando se considera a la persona a la luz del ámbito de la obra, por una parte, y del campo de los jueces, por otra, somos capaces de hacer un juicio fiable de la excepcionalidad –o de la no excepcionalidad- de las contribuciones de una persona (Gardner, 2000, pág. 19).

Desde la observación de Gardner, ese trabajo presupone la descripción cuidadosa de casos individuales y la creación de taxonomías (método de clasificación) basadas en dichos casos.

Las unidades en que se basa el análisis son personas, objetos físicos no humanos y entidades simbólicas, y los procesos, lo mismos del desarrollo humano. Gardner los describe literalmente (Gardner, 2000, págs 19-20):

  • Las personas. Todos nosotros somos personas: entidades que existimos en el mundo natural, poseemos una determinada apariencia y experiencia, sentimientos, deseos y necesidades concretas. Las personas mantienen toda clase de relaciones entre sí –se desean unas a otras, se temen, buscan comunicarse entre sí- y se frustran cuando esta comunicación no es efectiva.
  • Los objetos (físicos no humanos). Las personas estamos rodeadas por un sinfín de entidades: objeto simples de guardería como biberones y muñecas; objetos naturales complejos como elefantes, abejorros y árboles de hoja de perenne; también hay objetos artificiales e intrincados, como caballitos de madera y CD-ROM. A pesar de sus diferentes orígenes y apariencias, todos estos objetos funcionan conforme a las mimas leyes de físicas. Técnicamente, lo seres humanos son también objetos físicos, pero es muy útil –y científicamente justificable- distinguir entre objetos humanos y lo demás objetos físicos del mundo.
  • Las entidades simbólicas. Los seres humanos tenemos la cualidad peculiar de que nos gusta crear símbolos y darles sentido: palabras, gestos, imágenes, números y otros muchos signos que se refieren a objetos físicos y naturales. (Es en esta peculiaridad más que en ninguna otra por la que nos diferenciamos de los animales no humanos). A veces, estos símbolos son materiales, como en el caso de los mapas. En otras ocasiones, se trata de algo más etéreo, como en el caso del lenguaje hablado o de las operaciones matemáticas que se llevan a cabo dentro de la cabeza. A veces, los símbolos están solos –como una pieza de escultura de Henry Moore-, mientras que en otros casos forman parte de un elaborado sistema –como ocurre en el caso del lenguaje informático-.  En últimas, lo símbolos están asociados a determinas prácticas adultas o de ámbitos –artes o disciplinas que se valoran por la cultura y que pueden ser dominadas por medio de aprendizajes establecidos-.

 

  • Los procesos evolutivos. Podría darse el caso, como sucede con muchos animales, de que lo seres humanos hubieran nacido más o menos formados. También podría haber ocurrido que aunque no estuvieran totalmente formado, los seres humanos se desarrollasen conforme a un programa fijo que no es alterado por lo altibajos de la experiencia. Pero resulta que este no es el caso. Desde el momento de la concepción, el embrión se ve afectado por las condiciones fisiológicas del útero y, en adelante, los hechos particulares de un entorno concreto ejercen un efecto profundo en lo que el organismo deviene. La persona tampoco es una hoja en blanco; los seres humanos vienen equipados no sólo con finos sistemas sensoriales y capacidades para percibir a través de los sentidos, sino con fuertes inclinaciones para centrarse en determinadas experiencias, extraer inferencias y atravesar fases cognitivas, afectivas y fisiológicas. Al utilizar el término evolutivo, Gardner acentúo el hecho de que el crecimiento de toda persona refleja una interacción constante y dinámica entre un organismo, con sus programas internos, y el entorno, cuyas propiedades constituyentes nunca son totalmente predecibles.

Las personas difieren entre sí, según el grado en que resalten una o más relaciones; y las personas extraordinarias se diferencian enormemente entre sí, y también de las personas ordinarias, según el grado en que acentúen una relación concreta. De esta manera, Gardner (2000)  propone estudiar la excepcionalidad desde la perspectiva de los talentos y metas de los personajes, convirtiéndolos, así, en  unidades de investigación que involucran su relación con los objetos físicos no humanos y las entidades simbólicas que han dado sentido a sus actos.  Pertrechado en ese marco conceptual, aborda cuatro tipos de excepcionalidad:

  • El maestro. Una persona que adquiere una maestría total sobre uno o más ámbitos de realización y que lo hace cuando produce obras permanentes en su género, ejecuta obras de forma refinada, resuelve problemas reconocidos en su arte u oficio, formula referencias de teorías y suele ser creativo en su práctica en medio de fuertes presiones. En el caso de Mozart, por ejemplo, la maestría en la composición musical de su época fue tan completa como pueda imaginarse. Mary Ann Evans (Georges Eliot) fue maestra de la novela inglesa en el siglo XIX, y Rembrandt, maestro del retrato holandés en el siglo XVII (Gardner, 2000, pág 23).  A la lista habría que agregar personajes como Miguel de Cervantes Saavedra, en España, o Gabriel García Márquez, en Colombia.
  • El creador. Un creador puede haber dominado los ámbitos existentes, pero dedica sus energías a la creación de un nuevo ámbito. Freud, por ejemplo, creo el psicoanálisis. Creadores fueron también Charlie Chaplin y John Lennon, en la cultura. Darwin –otro ejemplo- creó el ámbito del estudio evolutivo de la biología (Gardner, 2000, pág 23). Cómo no hablar aquí de Albert Einstein, en el ámbito internacional, y de Manuel Elkín Patarroyo, en lo nacional.
  • El introspectivo. El principal interés de este tipo de personas es la exploración de su propia vida interna: las experiencias diarias, las necesidades potenciales y los miedos, la acción de la conciencia, tanto de la persona concreta como de las personas en general. Virginia Wolf dejó abundantes huellas de sus introspecciones en sus novelas, ensayos, diarios y cartas. Otros Introspectivos notables de la época contemporánea son los novelistas Marcel Proust y James Joyce (Gardner, 2000, pág 23).
  • El influenciador. Una persona de estas características tiene como principal objetivo, influenciar a los demás. Gandhi ejerció influencia a través del liderazgo de diversos movimientos políticos y sociales, mediante su poderoso ejemplo personal y, menos directamente, por medio de sus escritos autobiográficos y exhortativos (Gardner, 2000, pág 24). Karl Marx y Maquiavelo, en la política, influenciaron decididamente a sus huestes, como lo hicieron también Adam Smith y Milton Friedman.

Sin embargo, el mismo Gardner (2000) advierte que no existe una línea divisoria entre las formas excepcionales. Como nadie es, entonces, exclusivamente un maestro o un influenciador, en el caso del personaje de estudio, podría repetirse la experiencia de Gardner con sus personajes, si bien tendría rasgos más destacados en uno de esos  tipos. Pero ¿es solamente eso? Leído todo lo que se ha podido sobre su vida, estudiado toda su obra y entrevistado a las personas que lo conocen, toda investigación o texto periodístico basado en una persona a futuro, deberá iniciar una travesía hacia lo que podría ser una mente extraordinaria, entendiendo que:

…las mentes extraordinarias que han emergido en el último milenio nos pertenecen. Son nuestras mentes, tanto en el sentido de que han contribuido a la vida de vasta comunidad humana, como en el sentido de que se han  “hecho” por las valoraciones de las generaciones precedentes sobre sus respectivos ámbitos –que también incluye el de los seres humanos como nosotros- (Gardner, 2000, pág 25).

REFERENCIAS

Armstrong, G, Thomas. (2000) Las inteligencias múltiples en el aula. Manantial.

Delgado, Juan & Gutiérrez, Juan (1999), Métodos y técnicas  cualitativas de investigación en ciencias sociales, Síntesis.

Gardner, Howard. (1994). Estructuras de la mente: la teoría de las  múltiples inteligencias. Fondo de Cultura Económica.

Gardner, Howard. (1998). Inteligencias múltiples. La teoría en la  práctica. Paidós.

Gardner, Howard. (1998). Mentes líderes, una anatomía del  liderazgo. Paidós.

Gardner, Howard. (1999). La inteligencia reformulada. Las  inteligencias múltiples en el siglo XXI. Paidós.

Gardner, Howard. (2000). Mentes extraordinarias. Kairós

Gardner, Howard.  (2002), La nueva ciencia de la mente. Paidós.

Gardner, Howard, (1995) Mentes Creativas, Paidós, Barcelona.

Gardner, Howard. (2004). Mentes Flexibles, El arte y la ciencia de  cambiar nuestra propia mente y la de los demás. Paidós.

Gardner, Howard. (2005). Las cinco mentes del futuro. Paidós.   

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