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México: La ciudad de Julio Scherer

Por @cdperiodismo

Publicado el 09 de enero del 2015

La Ciudad de México fue la geografía de vida de Julio Scherer García. Por distintos rumbos de esta capital hay rastros de su memoria personal y familiar, que se remontan al siglo XIX 

El sitio de noticias Más por Más nos autorizó publicar este texto de la periodista mexicana Elia Baltazar, quien hace 20 años empezó a documentar la vida del maestro Julio Scherer García. La publicación de esa biografía está en proceso.

El artículo a continuación:

De aquella época parte la ruta de su biografía, que tiene como primera parada el Paseo de la Reforma. Allí, a un costado de lo que es hoy la Glorieta a Colón, tuvieron su residencia los abuelos alemanes: el banquero Hugo Scherer y su esposa Clara.

Las revistas de la época describen el lugar como un palacete estilo art nouveau, ejemplo de “lujo”, “estilo” y “buen gusto”, que exhibía en su interior “viejas reliquias artísticas” y muebles labrados.

Del abuelo paterno, Julio García Pimentel, se sabe poco de su vida personal. Abogado y presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se trasladó con su familia de Guanajuato a la Ciudad de México, y durante algún tiempo vivieron en la colonia Clavería.

LOS PRIMEROS RECUERDOS

En el centro de la ciudad transcurrió la primera etapa en pareja de los padres de Julio Scherer García. Paz García y Pablo Scherer se casaron en la iglesia del Sagrado Corazón, en la colonia Juárez.

El matrimonio ocupó primero un departamento en la colonia Roma, de allí se trasladaron a la colonia Juárez y luego a la avenida Coyoacán, donde nació su tercer hijo: Julio Scherer García.

En aquella casa transcurrieron los primeros 14 años de vida del periodista. Scherer disfrutó en su infancia y adolescencia de un ambiente familiar de comodidades: escuelas privadas, clubes, pasatiempos y viajes familiares.

En 1940, la familia se trasladó a una casona de la Plaza San Jacinto, en San Ángel. Los Scherer vistieron sus interiores con los muebles heredados por los abuelos alemanes, antigüedades y libros de colección.

En los jardines había una fuente de piedra tallada, en la que alguna vez fue tomada una foto de Julio con sus hermanos y su padre, un hombre alto y robusto, excombatiente en la Primera Guerra Mundial. Aquella fotografía estuvo siempre en su oficina de la revista Proceso, en la colonia Del Valle.

LA FORMACIÓN DE UN PERIODISTA

El Colegio Alemán fue la primera estación de su trayecto como estudiante. Sin embargo, fue en la década de los cuarenta cuando se inicia su verdadera formación académica de la mano de los jesuitas en el Colegio Bachilleratos, antecedente del Instituto Patria. Scherer tenía 13 años y había perdido uno de escuela, postrado en cama a consecuencia de una grave enfermedad.

Ubicado en la colonia San Miguel Chapultepec, el Colegio Bachilleratos era un “típico colegio católico de la época”, en el que se vivía “un ambiente de moral muy estricta y cerrada, conservadora y de mucha práctica religiosa”, recordaba Enrique Maza, primo de Julio Scherer.

Ahí, Scherer descubrió su vocación periodística de modo circunstancial. Apasionado de los deportes, se convirtió en editor de la sección deportiva del periódico estudiantil del colegio y, aunque sólo se imprimieron algunos números, fue suficiente para dejar en el joven la simiente de su pasión por el periodismo. 

Al concluir la preparatoria en la generación 1945, se inscribió en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, que entonces se ubicaba en San Ildefonso. También se volvió un visitante asiduo de la Facultad de Filosofía y Letras, en Mascarones. Según el también periodista Manuel Becerra Acosta, allí conoció Scherer a su esposa Susana Ibarra, hija de un líder ferrocarrilero..

SUS HOGARES

Recién casados, Julio y Susana rentaron un pequeño departamento en la colonia Cuauhtémoc; más tarde se trasladaron a un departamento de la calle Río Marne, muy cerca de Paseo de la Reforma.

El lugar podía bastar para dos personas, pero poco a poco la familia Scherer Ibarra fue creciendo y las tres pequeñas recámaras resultaron insuficientes para sus nueve hijos.

Para entonces, Scherer ya era reportero en Excélsior y su sueldo nunca hubiera sido suficiente para comprar una casa. Pudo hacerlo por la herencia que recibió su esposa.

Así, adquirieron una casa en la calle de Gabriel Mancera, donde transcurrió la mayor parte de la vida de la familia Scherer Ibarra, hasta que los hijos se casaron y el periodista -ya entonces conocido simplemente como Don Julio- se mudó a San Jerónimo, donde permaneció hasta el final de sus días.

 

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