Lo que vive el periodista sueco Fredrik Önnevall es una pesadilla, pero no se arrepiente de la decisión que tomó en el 2014, cuando ayudó a un niño sirio a entrar en Suecia.

El reportero se enfrenta junto a otros dos miembros de su equipo a una posible pena de cárcel. El juicio se abrió esta semana y el fiscal les acusa de tráfico de personas. Cuando le preguntan si lo volvería a hacer, el reportero dice que sí, reseña The Guardian.

Önnevall, un cámara y una intérprete realizaban un documental para la SVT, la televisión pública sueca, sobre el drama de los refugiados. Habían viajado a Grecia para entrevistar a jóvenes que querían viajar al norte en busca de un futuro mejor. Y allí estaba Abed (el nombre no es real), de 15 años, que emigraba solo. Estaba aterrorizado. Los traficantes le proponían saltar desde un puente sobre un camión en marcha que se dirigiera hacia algún país europeo.

LLÉVAME CONTIGO

De pronto, el chico le suplicó: “Llévame contigo”. El periodista se quedó helado, no sabía qué responder. Le costó 15 minutos tomar la de­cisión.  “Ya no se trataba de periodismo, sino de ver quién soy yo. Cuáles son mis valores y si realmente podría mirar atrás sabiendo que no había ayudado a un niño que estaba a punto de poner en riesgo su vida”, explica. Sus colegas estaban de acuerdo.

Las autoridades nunca le habrían dejado embarcar un avión. Así que el equipo canceló sus vuelos de regreso y lo preparó todo para acompañar al joven en su periplo por Europa.

Dividido en varios capítulos, el documental Fosterland lo recoge todo. El pedido del muchacho, y el periplo para llegar a Suecia  después de un largo viaje en coche, ferry y tren.

Grabado en la primavera del 2014, el do­cumental fue emitido por la SVT en enero del 2015. El programa despertó gran entusiasmo y recibió incontables muestras de apoyo. Pero la policía no tardó en formalizar una acusación contra Önnevall y su equipo.

“Estoy convencido de que hicimos lo correcto, de que esto no es un crimen”, se defendió, tras declararse inocente ante el tribunal. Sus abogados argumentan que sólo actuaron como acompañantes del chico y que lo único que hicieron fue filmar su viaje de Grecia a Suecia. Insisten en que Abed había conseguido por sí mismo la documentación falsa. Este episodio es mostrado en el documental.

UN ACTO DE HUMANIDAD

Rechazan que pueda considerarse tráfico de personas, puesto que los periodistas no recibieron dinero a cambio. “Fue un acto de humanidad, sólo querían ayudarme”, aseguró el propio Abed cuando fue llamado a declarar como testigo de la defensa

El chico, que sigue en contacto con el periodista, ha podido rehacer su vida. Se reunió con su primo y obtuvo el permiso de residencia. Y ha logrado traer a Suecia a sus padres y dos hermanos.

Fredrik Önnevall le dice a The Guardian que no se arrepiente ni un segundo.

“El dilema de Önnevall se ha convertido en el dilema de todo el mundo”, dice el escritor danés Carsten Jensen, quien compara la situación de Önnevall con la de Kevin Carter, el reportero gráfico sudafricano famoso por su foto de un niño que muere de hambre en  Sudán acechado por un buitre en 1994 .

Carter dijo que se arrepentía de no ayudar a la niña. Más tarde se suicidó.