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Crónicas, la fórmula Soho y más

Por Esther Vargas

Publicado el 27 de septiembre del 2008

Juan Pablo Meneses, el brillante cronista chileno de La vida de una vaca, dijo en Lima, durante un taller con periodistas al que asistí, que en estos días estamos viviendo un boom de la crónica. Y no exageraba ni una pizca.

Caparros, a su manera, en Etiqueta Negra, escribió hace muy poquito que ahora todos querían ser cronistas, por lo que ya está pensando en cambiar el nombre a su oficio. A todo esto, los alumnos de periodismo siguen preguntándose qué es la crónica. García Márquez la define como un “cuento que es verdad”. Y Caparrós afirma que “es eso que nuestros periódicos hacen cada vez menos”. Se trata, dijo, de contar historias que nos enseñaron a no considerar noticia. Para Caparrós la crónica busca la cotidianidad, la maravilla de la banalidad.

Y sigo aquí con Caparrós: “La magia de una buena crónica consiste en conseguir que un lector se interese en una cuestión que, en principio, no le interesa en lo más mínimo. Porque la crónica, en principio, también sirve para descentrar el foco periodístico. El periodismo de actualidad mira al poder. El que no es rico o famoso o rico y famoso o tetona o futbolista tiene, para salir en los papeles, la única opción de la catástrofe: distintas formas de la muerte. Sin desastre, la mayoría de la población no puede -no debe- ser noticia”.

Quienes buscamos crónicas con cierta desesperación tenemos en la revista Soho un referente de lujo (y no se asusten con los desnudos, ni piensen que todo es calatas; tampoco me acusen de mala influencia).

Hace unos meses al enterarme de que Aguilar había publicado las crónicas de Soho intenté conseguir el libro. Fue imposible. Tuve que llegar a Bogotá hace quince días para recién comprar el libro. Además, me traje también media docena de Soho.

Daniel Samper Ospina -director de la revista y excelente periodista- sostiene en el prólogo que la crónica “es el mejor formato para contar una historia irresistible de leer”. Y dice más: “Se busca que cada historia sea apta para la gente que no lee, pero al mismo tiempo apreciable para la gente que lee. La base es que sean historias elementales. No necesitan de una introducción, un nudo, un epílogo o una situación extraordinaria. Al revés: mientras más normales, más fáciles de leer”.

¿EXISTE LA FÓRMULA SOHO? Tres alcances de Samper sobre lo que propone Soho:

1) La ironía o el contraste: Enviar a una pluma acartornada y mayor a cubrir los raves electrónicos, o encargar que se escriba la historia del hambre en el África desde el mejor restaurante de Etiopía.

2) Cubrir a aquellas personas a las que la gloria no los toca: las que están por fuera de los reflectores y los aplausos, y nunca aparecen ni en los bordes de la noticia. Ejemplos: Cuando se elaboró una crónica sobre el último equipo de la segunda división del fútbol colombiano, o el retrato de un boxeador que ha perdido todas las peleas.

3) La suplantación: El cronista debe entender las diferencias entre escribir en primera persona y escribir sobre la primera persona. La idea es que la primera persona sea una manera de abordar la historia, pero no la historia. Ejemplos: la revista publicó una serie sobre cirugías estéticas. Un periodista se operó de la cara, el otro se hizo implante capilar, uno se sometió a un tratamiento dental… Se trata, sin duda, de un trabajo real de inmersión.

El caso más notable es el de Andrés Felipe Solano, quien durante seis meses vivió con el salario mínimo para contar la historia sobre cómo es vivir con el sueldo mínimo. “El salario mínimo –explica Samper- dejó de ser una cifra y empezó a tener caras”.

LA PRIMERA PERSONA:

Cuidado. Escribir en primera persona es una cosa y escribir sobre la primera persona es otra. Eso ya lo advirtió Caparrós. Actualmente encontramos demasiadas crónicas, donde el periodista es la estrella. Se expone innecesariamente. De pronto, terminas de leer y no te enteraste cuál era la historia, acaso la historia era que llegó tarde a la comisión por la fiesta de la madrugada.

Se dice que la primera persona es un modo de aminorar lo que se escribe, de hacerlo más ligero o light. Sin embargo, el director de Soho afirma que “lo que yo miré, yo supe, yo pensé y más” da ‘personalidad’ al texto e incluso lo hace más realista.

No se trata de escribir: “Cuando yo…”. Caparros remarca que cuando el cronista empieza a hablar más de sí mismo que del mundo deja de ser cronista.

A muchas de las grandes crónicas de Soho podemos acceder navegando bien en su espléndida web.

Publicado por:

Periodista. Directora de Clases de Periodismo y La Ruta del Café Peruano. Consultora en Social Media. Editora web del diario Perú21 del grupo El Comercio de Perú. Especialista en periodismo digital, comunicación digital y social media.

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