Las órdenes consistían en rastrear el paradero de Legacé a través del GPS de su teléfono, así como también la revisión de sus mensajes de texto y las llamadas que recibía o hacía.
En tanto, el jefe de la Policía de Montreal, Philippe Pichet, salió en defensa de su equipo, diciendo que mientras que hay «hipersensibles» a la libertad periodística, sus oficiales también son responsables de llegar a conocer presuntos actos delictivos. Lagacé rechazó las explicaciones del jefe de la Policía.
«El señor Pichet está diciendo que esta investigación era más importante que las investigaciones sobre terrorismo, que los problemas de seguridad nacionales que fueron objeto del trabajo periodístico», refirió Lagacé. Y añadió que si conociera la libertad de expresión o la libertad de prensa, no hubiera permitido las escuchas ilegales.
Vía La Presse.










