Fotógrafos que se juegan la vida

Ser fotógrafo de guerra es una actividad de alto riesgo, en la que te juegas la vida y en la que cada imagen te deja marcado, y muchas veces con una sensación de tristeza infinita. The Guardian recoge el testimonio de un grupo de fotógrafos que además de arriesgar el pellejo se cuestiona si lo que está  haciendo es lo mejor.

Adam Ferguson, por ejemplo, confiesa que como fotógrafo se siente impotente. En Afganistán, rodeado de médicos, personal de seguridad y militares, «puede ser terriblemente doloroso pensar que todo lo que estamos haciendo es tomar fotos». Cuando ganó el premio World Press Photo y comenzó a recibir felicitaciones de todas partes, él se sintió más triste que nunca.

«Yo realmente odio esta foto.Es la peor cara de la humanidad», dice Álvaro Yvarra, quien se pregunta con torturada frecuencia por qué hace este trabajo. Responde que quiere mostrar la mejor y la peor cara de la humanidad cada vez que va a un conflicto. «El hombre con el cuchillo en la boca es un ser humano como el resto de nosotros. Lo importante es que nos muestra lo que los seres humanos somos capaces de hacer», dice.

Lynsey Addario es un sobreviviente de Libia.  João Silva perdió las dos piernas el año pasado al pisar una mina en Kandahar, al sur de Afganistán. Pese a todo, sueña con regresar a reportear.

El artículo completo aquí y un especial interactivo del mismo.

Álvaro Ybarra Zavala, Congo, noviembre de 2008
Ashley Gilbertson, Irak, 2004

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