El periodista Jon Lee Anderson, uno de los que más ha reportado sobre Fidel Castro y la isla en los últimos años, escribe hoy en la BBC una nota sobre la muerte del líder cubano donde concluye que sin Castro nada será igual: «En un país donde «vivir del cuento» es una máxima, Fidel Castro era el cuentista por antonomasia, el más astuto de todos».
Con los cambios de Raúl llegaron bienvenidas mejoras materiales para muchos cubanos, pero también nuevas y duras realidades y con ellas la palpable reducción de la ambición nacional.
Por medio siglo, la habilidad de Fidel para dar zancadas en el escenario mundial lo hicieron parecer por momentos un semidiós.
Y durante esos años, fuera que lo amaran o lo despreciaran, la mayoría de los cubanos había compartido la sensación de que ellos también eran especiales.
Ahora que no está, Cuba parece empequeñecerse, convertirse en un estado post-socialista más, plagado de problemas mundanos y contradicciones, aunque imbuido en una pátina de exotismo, y hasta de cierto romanticismo histórico por el país que fue bajo la égida de Fidel.
Sin él, nada en Cuba volverá a ser igual.
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