The New Yorker decidió hacer un drástico cambio en la portada de su número de aniversario. Como es lo usual desde hace 92 años, debió aparecer la imagen del dandy con el monóculo Eustace Tilley, de Rea Irvin, pero no fue así.
De acuerdo con la publicación, este año, y en respuesta a las primeras semanas de la administración de Donald Trump, y su orden ejecutiva en materia de inmigración, apareció la llama apagada de la estatua de la libertad.

“Liberty’s Flameout”, de John W. Tomac se encuentra en la tapa de este mes.
«Solía ser que la estatua de la libertad, y su antorcha brillante, era la visión que dio la bienvenida a los nuevos inmigrantes. Y, al mismo tiempo, era el símbolo de los valores estadounidenses «, refirió Tomac. «Ahora parece que estamos apagando la luz», comentó a la publicación.
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