De nada sirvió la protección gubernamental. El martes Cándido Ríos fue asesinado y se convirtió en el décimo reportero en caer en México en lo que va del año.
Ríos fue un veterano reportero policial del Diario de Acayucan, en el violento estado de Veracruz (este), el más peligroso para la prensa en el citado país. Prácticamente es un cementerio para periodistas.
A los 55 años, fue atacado la tarde del martes junto a un ex jefe policial y a otra persona no identificada. Estaban a la vista de todos, afuera de una tienda en el pueblo de Covarrubias.
El reportero, conocido como «Pavuche», falleció mientras era trasladado al hospital debido a las heridas de bala de alto calibre que recibió, informaron a la AFP personas relacionadas al caso.
Según la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas (CEAPP) de Veracruz, Ríos formaba parte de un mecanismo del gobierno federal mexicano dedicado a la protección de periodistas en riesgo. Ahora su efectividad está en duda.
Ríos era reconocido por su larga trayectoria cubriendo temas relacionados con criminalidad. Y ganó muchos líos con exalcaldes de la región debido a su labor periodística. Denunció, denunció, denunció. Y también fue amenazado en numerosas ocasiones.
¿Hasta cuándo seguirá siendo tan fácil matar a periodistas en México?









