Las explicaciones de Rolling Stone sobre la decisión de exhibir el rostro de Dzhokhar Tsarnaev, principal sospechoso del explosiones en la maratón de Boston en abril, en su última portada, no convencen a sus lectores. Y de hecho cuestionan que una revista dedicada a la música haya apostado por una noticia fuera de su nicho como su gran historia. Seguir leyendo