
El director de The Guardian, Alan Rusbridger, publicó una columna en el diario El País en la que explica cómo avanzaron la investigación que descubrió el uso de escuchas ilegales por parte del diario News of the World, de propiedad de Rupert Murdoch.
Algunas citas:
Volvamos a julio de 2009 y pensemos en lo diferente que podría haber sido. Hasta ese momento, la narrativa oficial era clara. Habían atrapado al corresponsal de News of the World para noticias de la casa real, Clive Goodman, pinchando los teléfonos de palacio. O, mejor dicho, Goodman había subcontratado para la tarea a un investigador privado, Glenn Mulcaire, que era experto en acceder a los mensajes de contestadores automáticos y en descifrar cualquier clave (por ejemplo, los números PIN) que una víctima hubiera podido colocar. La policía se abalanzó sobre ellos. Los dos hombres fueron a la cárcel, y News International aseguró a todo el mundo -la prensa, el Parlamento, la policía, el organismo regulador- que Goodman era una manzana podrida, pero aislada. El director, Andy Coulson, dimitió, protestando y afirmando que no sabía nada de todo aquello. Y así terminó la cosa.
El reportaje publicado en The Guardian el 9 de julio de 2009 desbarató esa versión. Demostró que había habido otro reportero que se había dedicado a transcribir mensajes de voz dejados en el teléfono del consejero delegado de la Asociación Profesional de Futbolistas, Gordon Taylor, y a enviarlos «a Neville» -una referencia al veterano jefe de reporteros de NotW, Neville Thurlbeck-. Es decir, había dos periodistas más del diario que estaban al tanto. Algún jefe debía de haber dado la orden al reportero, así que serían tres. Y un directivo con nombre (que tal vez había dado instrucciones al joven reportero, o tal vez no) había firmado con Mulcaire un contrato para darle una prima si conseguía hacerse con la historia de Taylor. En resumen, tres, quizá cuatro, además de Goodman.
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