La más reciente portada de la revista The New Yorker utiliza su mascota icónica para presentar la relación entre el presidente estadounidense Donald Trump y el presidente ruso Vladimir Putin.
El artista Barry Blitt imagina un futuro en el que el lepidóptero bajo el escrutinio no es otro que un aturdido Donald Trump.

La tapa hace referencia al primer número de esta revista semanal (21 de febrero de 1925), la cual fue ilustrada por Rea Irvin, y se convirtió en el símbolo de la publicación y llegó a ser llamado por Corey Ford como Eustace Tilley.

La revista también ha publicado una investigación sobre la presunta injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016.
El nombre de la revista aparece en tipografía del alfabeto ruso.
Los medios rusos no han dudado en reseñar la tapa.









