Afganistán continúa siendo un destino peligroso para ejercer el periodismo. Palwasha Tokhi, quien trabajaba para Radio Bayan, se ha convertido en la séptima periodista asesinada en Afganistán. Ella laboraba poco tiempo en el medio de comunicación, pues cursaba estudios superiores en Tailandia.
Tokhi fue engañada. La versión que se maneja es la siguiente: Estaba en su vivienda cuando le dijeron que un sujeto la buscaba, pues quería entregarle una invitación para un matrimonio. Salió a recibir al intruso y este se la apuñaló incesantemente, hasta que murió.
De los 7 reporteros asesinados en lo que va del año en el país, cinco -entre los que se encuentra Tokhi- eran afganos, mientras que dos eran extranjeros. Un portavoz de la policía de Mazar-i-Sharif confirmó el asesinato y dijo que había una investigación estaba en curso.
En comparación con el 2013, la cifra es preocupante, pues la excede considerablemente. En 2013, tres periodistas fueron asesinados, mientras que en 2012 dos. Sin embargo, Afganistán es un país siempre convulso.
«Desde 2001, más de 40 periodistas han sido asesinados en Afganistán, y ninguno de los casos se han seguido por el sistema judicial de Afganistán», dijo Abdul Mujeeb Khelwatgar, director ejecutivo de Nai, una organización pro derechos humanos.
Khelwatgar agregó que los periodistas de Afganistán habían mejorado su nivel profesional, lo que los lleva a realizar periodismo de investigación e informes de corrupción. Este hecho de autonomía ha generado incomodidad en la clase política.
