Craig Finlay y su esposa, Mysi, concebían la fotografía como un hobby, pero casi por casualidad descubrieron que Facebook no solo es una red social para compartir información y saber en qué andan tus amigos, sino una plataforma ideal para impulsar un negocio.
Finlay comenzó trabajando medio tiempo como fotógrafo, al principio trabajó gratis para el matrimonio de una amiga y luego le pagaban $200. El gran cambio surgió a raíz del casamiento de una amiga de su esposa: Rebecca. «Resultó que todas las damas de honor estaban comprometidas. La amiga nos recomendó, y así fue como empezó esto de Facebook», cuenta el empresario.
¿Pero a qué se refiere con «esto de Facebook»? El fotógrafo, quien fue periodista de un pequeño diario local, y su esposa editaban algunas imágenes de la boda de Rebecca cuando se les ocurrió subir algunas a su página de Facebook -con una marca de agua- y etiquetar a los novios.
Por consecuencia, las fotos aparecieron en los muros de los ahora esposos. Al ver los capturas, los amigos de estos se etiquetaron en las fotos de Finlay y, cómo en una reacción en cadena, el nombre de la empresa del exreportero fue haciéndose conocido y ganando más contratos.
Desde ese momento, la pareja sube las fotografías de una boda a los pocos días de haberlas tomado, etiqueta a los novios y esperan a que el proceso siga su camino.
Soda Fountain Photography, empresa de Finlay, ofrecía sus servicios por $800 en el pasado. Ahora, los clientes, en su mayoría, eligen el paquete de $3,500.











