Directores de El País: "No firmar los textos es una falta de respeto al lector"

Y llegó la respuesta de los cuatro directores que ha tenido El País en sus 35 años de historia luego de que sus periodistas tomaran la decisión de no firmar sus notas en protesta por un convenio laboral.

Veamos lo que dicen Juan Luis Cebrián, Joaquín Estafanía, Jesús Ceberio y Javier Moreno:

Durante los últimos días los lectores de EL PAÍS habrán podido comprobar que numerosas informaciones, reportajes y entrevistas han salido publicados en el periódico sin las firmas de sus autores. Ello se debe a la iniciativa de una asamblea de redactores que decidió adoptar dicha actitud como medida de presión durante las negociaciones del convenio colectivo de la empresa editora del periódico. Queremos expresar claramente, al margen del desarrollo de dichas negociaciones, que a nuestro juicio dicha postura va contra las normas del ejercicio profesional, al involucrar el contenido del periódico en un contencioso laboral.

Y añaden:

Nos parece una grave falta de respeto a los lectores manipular la presentación de trabajos que por su estilo y su propia naturaleza encierran valoraciones, opiniones, comentarios y análisis de quien los hace y, sin embargo, no los firma.

Ni el periódico comparte necesariamente esos puntos de vista ahora anónimos (que aparecen bajo la referencia de EL PAÍS, sin que lo sean), ni el lector puede hacerse una cabal idea respecto al significado de los mismos, habida cuenta que desconoce su autoría. La transparencia es una exigencia indeclinable de un periodismo digno, responsable y de calidad, que no puede refugiarse tras la protesta opaca del Fuenteovejuna de turno. Cada discusión, a su ámbito: ocultar la autoría de una crónica, una entrevista o reportaje, en virtud de una decisión colectiva que nada tiene que ver con el contenido de dichos trabajos, atenta contra la deontología y el buen hacer profesional, y daña la relación normal con los lectores.

Lee el pronunciamiento completo de los directores aquí

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  1. Aquí hay dos cuestiones distintas:

    a) ¿Es ético usar los contenidos que se publican en el periódico para protestar por un contencioso laboral?

    En mi opinión, no, y esto no es siquiera una protesta seria, es una pataleta. Para eso, se hace huelga en serio.

    b) ¿Es preciso que todas las informaciones vayan firmadas?

    Yo diría que sólo las columnas de opinión en las que el autor tenga libertad completa para escribir lo que crea oportuno y en donde dé sólo su propia opinión, que no tiene por qué ajustarse a la línea editorial del periódico.

    Pero en los reportajes dudo mucho que los periodistas escriban realmente con entera libertad, más bien se les exigirá que se ajusten a la línea editorial, con lo cual en el fondo no están dando su visión del tema, sino la visión oficial de la empresa. ¿Qué sentido tiene entonces exigir que vaya firmado?

    La postura de los directores me parece más bien un intento de fingir que los reportajes están escritos con total libertad y que ellos no presionan a los redactores para que se ajusten a la línea oficial del periódico, cosa que no se la creen ni ellos.

  2. Aquí hay dos cuestiones distintas:

    a) ¿Es ético usar los contenidos que se publican en el periódico para protestar por un contencioso laboral?

    En mi opinión, no, y esto no es siquiera una protesta seria, es una pataleta. Para eso, se hace huelga en serio.

    b) ¿Es preciso que todas las informaciones vayan firmadas?

    Yo diría que sólo las columnas de opinión en las que el autor tenga libertad completa para escribir lo que crea oportuno y en donde dé sólo su propia opinión, que no tiene por qué ajustarse a la línea editorial del periódico.

    Pero en los reportajes dudo mucho que los periodistas escriban realmente con entera libertad, más bien se les exigirá que se ajusten a la línea editorial, con lo cual en el fondo no están dando su visión del tema, sino la visión oficial de la empresa. ¿Qué sentido tiene entonces exigir que vaya firmado?

    La postura de los directores me parece más bien un intento de fingir que los reportajes están escritos con total libertad y que ellos no presionan a los redactores para que se ajusten a la línea oficial del periódico, cosa que no se la creen ni ellos.

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