
A los creadores de WhatsApp, una de las aplicaciones de mensajería instantánea más populares del mundo, no les gusta la publicidad y adoran su anonimato «en un nivel casi enfermizo», asegura Laia Reventó de El País, la primera periodista que pudo ingresar a sus oficinas en Mountain View.
La periodista conversó con Jan Koum y Brian Acton, quienes se sienten muy orgullos de su aplicación.
A Reventó solo le permitieron tomar una fotografía de la oficina desde su teléfono móvil. En ella pueden observarse grafitis en las paredes, muchas computadoras y cables. «No hay despacho para los jefes, que se sientan con sus trabajadores», describe la periodistas, tras agregar que laboran 30 personas a jornada completa y cinco a tiempo parcial.
¿Cuál es la clave? Subirse a la revolución de los smartphones. “El precio es secundario. La gente, simplemente, quiere estar en contacto. Los smartphones, cada vez más asequibles y accesibles, incluso en países emergentes, llevan asociada una tarifa de datos. A medida que su penetración avanza se produce una migración a nuestros sistemas, porque damos un buen servicio. Al final es una cuestión de marketing”, dice Acton.
WhatsApp y otros servicios similares generarán el 35% del tráfico de mensajería en el móvil en 2016, pero solo un 8% de los ingresos, según Informa Telecoms & Media.
Al menos mil millones de mensajes circulaban a diario por WhatsApp en febrero, señala la nota. La aplicación figura entre las más descargadas en 40 países.
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