¿Es el periodista un activista social? Para  Glenn Greenwald, columnista de The Guardian que reveló las intervenciones telefónicas que realizan las autoridades en Estados Unidos, sí. Y más aún ahora, que se pone en tela de juicio su trabajo. Para algunos, el título de periodista pesa más que hacer actividades similares al oficio.

Margaret Sullivan, defensora del lector del New York Times, aseguró hace uno días que -a juicio personal-, “un verdadero periodista no teme a la confrontación entre el poder y la prensa”. Con esta premisa se depura, sin duda, a una gama de profesionales ajenos al periodismo, pero también respalda a los aficionados.

«Estamos empezando a darnos cuenta de que los periodistas vienen en una variedad de formas y tamaños y equipados con una variedad de compromisos», dijo Jay Rosen, profesor de periodismo en la Universidad de Nueva York, a David Carr para una nota en el NYT.

El caso de Alexa O’Brien, una de las fuentes que se la menciona como una activista en una nota del medio neoyorquino sobre el caso WikiLeaks y que luego pidió se la identifique como periodista, es un ejemplo claro de la credibilidad que gana una persona en esta profesión.

Según la editor en jefe de The Guardian en EE.UU., Janine Gibson, «llamar a Glenn activista es una cortina de humo, un intento de ponerlo en una caja y minimizar lo que hace». De acuerdo a Carr, Greenwald se deja llevar mucho por su defensa a la privacidad que en determinado momento puede enceguecer su labor.

«Sí creo que el activismo – que está ciertamente acompañado por la clase de determinación que se pedirá descubrimiento – también puede afectar la visión. Si la agenda está en juego y es al momento del trabajo, las grietas pueden estar sin explorarse», señaló el columnista.

David Carr destaca que el activismo no necesariamente revela la verdad, sino la defensa de una posición. Lo cual no es saludable para el periodismo que busca la imparcialidad.

Fuente: New York Times

Publicado por:

Alvaro Reyes

Editor de contenidos en @cdperiodismo

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